Empiezo a conocerme. No existo.

Empiezo a conocerme. No existo.
Soy el intervalo entre lo que deseo ser y los demás me hicieron,
o la mitad de ese intervalo, porque además hay vida...
Soy esto, en fin...
Apaga la luz, cierra la puerta y deja de hacer ruido de
zapatillas en el pasillo.
Quede solo yo en el cuarto con el gran sosiego de mí mismo.
Es un universo barato.

Fernando Pessoa

Pensamiento de media noche

La ciencia no es algo inherente al ser humano, no es una materia o el solo hecho de "captar conocimiento", la ciencia es una manera de vivir y una manera de pensar, una forma de interrogar todo cuanto nos rodea, al universo externo e interno, con plena consciencia de cada hecho y con humildad para reconocer cuando nos equivocamos, y cuando es necesario retractarse y corregir nuestros errores.

Si nosotros no somos capaces de hacer preguntas escépticas para interrogar a los demás, si no somos capaces de autocuestionarnos en todo momento, o incluso si nos enojamos cuando alguien nos cuestiona, entonces estamos destinados a dejarnos gobernar por cualquier charlatán, o podemos convertirnos fácilmente en charlatanes orgullosos de una ínfima parte del conocimiento que creemos poseer.

Hay que ir más allá del simple hecho de "buscar tener la razón", hay que adoptar el conocimiento por el conocimiento, y el aprender por el mero placer de aprender, aunque el proceso pueda resultar incómodo.


La canción no tiene nada que ver, sólo me gusta 
The Killers - Bling (Confessions of a king)

Doce años

Estaba escuchando esto mientras escribía: Café Qujano - Robarle tiempo al tiempo

Recuerdo que a los seis años me encantaba jugar con un atlas viajando por carreteras imaginarias e inventando historias con las múltiples fotos de lugares y personas que se encontraban en el libro, mientras inventaba los acentos y las lenguas, porque a esa edad no tenía ni idea de cuál era el idioma que hablaban en otras partes del mundo. También me encantaban las historias de terror: leerlas, escucharlas, crearlas o contarlas; todo lo misterioso me producía una curiosidad incesante de la que mi madre me advertía constantemente pero no me lo prohibía, y que mi padre intentó encausar hacia la ciencia, especialmente cuando me puso a leer un librito anaranjado de "física para niños” en un viaje hacia Medellín.

También pasaba mucho tiempo dibujando. Trazaba grandes laberintos en las hojitas cuadriculadas del cuaderno de matemáticas para después venderlos en las clases de lúdica por $100 pesos, o pasaba el tiempo haciendo "planos de casas" o monicongos deformes y ojerosos, porque yo quería ser como ellos e imaginaba que a ellos también les hubiese gustado ser como yo. Si tenía consciencia o no de lo que hacía, no lo recuerdo, pero lo que sí recuerdo es que los dichosos laberintos se vendieron muy bien hasta que mi papá descubrió que al cuaderno de matemáticas le quedaban solo diez hojas en blanco de las 100 que tenía inicialmente. Me preguntó el porqué de aquello y yo solo me puse a llorar porque tenía que contarle que había perdido la materia.

Me gusta tanto recordar esos detalles. Me gusta recordar lo que viví y cómo fue que vine a parar aquí. Me gusta recordar mi infancia porque fui muy feliz, aunque no podría decir lo mismo de toda mi adolescencia. Es increíble como los desafortunados sucesos de esa época pueden afectar tan dramáticamente la vida de una persona. Hoy se cumplen doce años. Doce años de mi vida han tenido que pasar para darme cuenta que al fin soy esa persona que se ha perdonado a sí misma, que ha seguido adelante con sus proyectos, que ahora es increíblemente afortunada y que ya no deja que eventos desafortunados le arruinen el presente.

A veces es inevitable pensar en todas esas personas que herí en aquellos años y que tuvieron que aguantar mis problemas sin saber a ciencia cierta qué era lo que en verdad sucedía. Quisiera poder volver a saber de ellos, pedirles disculpas si fuese necesario, agradecerles también. Me los imagino con sus propias batallas internas y superando sus propios obstáculos, me los imagino felices y me siento bien por ellos. Ojalá que sea así.

Me he despedido tantas veces de mí misma que ya parece costumbre, pero lo que antes no veía era que con cada desapego le daba una bienvenida a algo mejor. Disfruto de ello, disfruto del cambio, me gusta cambiar, y sonrío al escribir esto porque sanar de profundas heridas emocionales no es tarea fácil, y porque no lo hubiese logrado sola… ¿Qué sería de mí si no tuviera el apoyo y el afecto de los que me rodean, de mis amigos, de mi novio, de mi familia, de Dios? 

¿Qué hubiese sido de mí sin ti, mi Hobbes?
A veces extraño mucho charlar contigo...