Uno viene a este mundo y se encuentra con los padres, a los que amas aunque no sepas si es porque te nace o porque ellos mismos te enseñaron a hacerlo. Yo descubrí que amaba realmente a mis padres a los 15 años, aunque mi madre afirme que no la amo, porque mi comportamiento es muchas veces amargo, frio o inexpresivo. También amas a tus hermanos mayores y los primos con los que creciste; los amas, aunque sabes que estarás bien sin ellos. Pero mi primer amor, mi primer gran amor lo descubrí a los diez años aproximadamente, lo descubrí en una tarde calurosa de octubre, con los ojos abiertos de par en par curioseando con afán el mundo. Era mi hermano menor, y aunque lo primero que despertó en mi fue una obsesión casi incontrolable de pellizcarle los cachetes, aún sigo pensando en que es el ser más importante en mi vida y no dudaría ni un instante en seguir amándolo aunque se le diera la ventolera de ser cantante de reggaeton o gerente de un banco, solo por mencionar casos extremos.
Y con todo eso, yo no se qué es exactamente el Amor... ¿quién puede saberlo? Tengo una pareja desde hace algún tiempo y es una relación muy espectacular (o bueno, así la veo yo, quien sabe si él piense otra cosa). Y lo amo, no tengo duda en eso, y con él he descubierto tantas cosas realmente hermosas que nunca pensé que yo (un ser humano plagado de defectos, traumas e imposibilidades) hubiese podido llegar a tener/hacer/ser. Sin embargo, no lo amo todos los días, tampoco lo necesito, ni quiero verlo todos los días, aunque todos los días piense en él. Estoy segura de que él ha sentido lo mismo, y no hay problema ¿por qué se va a enojar uno por la incapacidad de tener sentimientos puros, eternos e imperturbables? ¿Por qué esperamos un amor eterno, constante e incondicional si nosotros, como humanos, no somos así? ¿Por qué exigimos lo que no damos?
Se que existe el amor, porque tengo la plena certeza de que existe el desamor (ese es el que está azotando al mundo), y ambos van tan unidos que empiezo a creer que nadie puede saber cuál es el límite exacto en dónde empieza uno y acaba el otro, solo pueden reconocer los extremos, por el bendito afán de los humanos de absolutizarlo todo... Y está internet, lleno de muestras de Amor, de fotos de amor, de poemas de amor o de desamor, quien sabe, que en su mayoría le rinden culto al amor empalagoso y casi perfecto que nos vendió Hollywood. Y aunque quiera decir que ese tipo de amor hollywoodense es enfermo y desdeñoso, al final también es algún tipo de amor, y es válido... habrá gente que se lo tolere.
Es claro que el amor no produce las guerras, pero hay mucho amor en ellas, amor de todo tipo. Internet tiene la fuerza que no tienen otros medios, todo lo magnifica, y las cosas que ahí encuentras sorprenden o impactan tan profundamente, pero pocas son las que logran pasar a la memoria de largo plazo. Vaya uno a saber el porqué de este fenómeno, neurológicamente hablando. Ayer una amiga publicó algo en facebook, algo sobre el amor desde la perspectiva de Neil Hilborn, un poeta estadounidense que sufre de trastorno obsesivo compulsivo. Abrí el enlace escéptica y ahora se ha convertido una de esas cosas de internet que NO quiero olvidar... Aquí les comparto:
Y con todo eso, yo no se qué es exactamente el Amor... ¿quién puede saberlo? Tengo una pareja desde hace algún tiempo y es una relación muy espectacular (o bueno, así la veo yo, quien sabe si él piense otra cosa). Y lo amo, no tengo duda en eso, y con él he descubierto tantas cosas realmente hermosas que nunca pensé que yo (un ser humano plagado de defectos, traumas e imposibilidades) hubiese podido llegar a tener/hacer/ser. Sin embargo, no lo amo todos los días, tampoco lo necesito, ni quiero verlo todos los días, aunque todos los días piense en él. Estoy segura de que él ha sentido lo mismo, y no hay problema ¿por qué se va a enojar uno por la incapacidad de tener sentimientos puros, eternos e imperturbables? ¿Por qué esperamos un amor eterno, constante e incondicional si nosotros, como humanos, no somos así? ¿Por qué exigimos lo que no damos?
Se que existe el amor, porque tengo la plena certeza de que existe el desamor (ese es el que está azotando al mundo), y ambos van tan unidos que empiezo a creer que nadie puede saber cuál es el límite exacto en dónde empieza uno y acaba el otro, solo pueden reconocer los extremos, por el bendito afán de los humanos de absolutizarlo todo... Y está internet, lleno de muestras de Amor, de fotos de amor, de poemas de amor o de desamor, quien sabe, que en su mayoría le rinden culto al amor empalagoso y casi perfecto que nos vendió Hollywood. Y aunque quiera decir que ese tipo de amor hollywoodense es enfermo y desdeñoso, al final también es algún tipo de amor, y es válido... habrá gente que se lo tolere.
Es claro que el amor no produce las guerras, pero hay mucho amor en ellas, amor de todo tipo. Internet tiene la fuerza que no tienen otros medios, todo lo magnifica, y las cosas que ahí encuentras sorprenden o impactan tan profundamente, pero pocas son las que logran pasar a la memoria de largo plazo. Vaya uno a saber el porqué de este fenómeno, neurológicamente hablando. Ayer una amiga publicó algo en facebook, algo sobre el amor desde la perspectiva de Neil Hilborn, un poeta estadounidense que sufre de trastorno obsesivo compulsivo. Abrí el enlace escéptica y ahora se ha convertido una de esas cosas de internet que NO quiero olvidar... Aquí les comparto:
“La primera vez que la vi…
Todo en mi cabeza se silenció
Todos los ticks, las imágenes constantes desaparecieron.
Cuando tienes trastorno obsesivo compulsivo en realidad no tienes momentos callados.
Inclusive en la cama estoy pensando:
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de la horquilla de sus labios.
O la pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla.
Sabía que debía hablar con ella
La invité a salir seis veces en treinta segundos.
Ella dijo que sí después de la tercera,
pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien así que tenía que seguir haciéndolo.
En nuestra primera cita,
pasé más tiempo organizando mi comida por colores de lo que pasé comiéndola o hablando con ella.
Pero le encantó.
Le encantaba que tuviera que besarla para despedirme 16 veces, o 24 si era miércoles.
Le encantaba que me tomaba todo el tiempo caminar hacia casa porque había muchas grietas en la banqueta.
Cuando nos mudamos juntos ella dijo que se sentía segura,
como si nadie nos fuera a robar porque definitivamente había cerrado la puerta 18 veces,
Yo siempre veía su boca cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba;
Cuando me dijo que me amaba, su boca se curveaba hacia arriba en los bordes.
En la noche ella se acostaba en la cama y me veía apagar todas las luces, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas.
Ella cerraba los ojos y se imaginaba que los días y las noches pasaban frente a ella.
Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella sólo se iba porque estaba haciéndola llegar tarde al trabajo.
Cuando me detenía en las grietas de la banqueta ella seguía caminando.
Cuando me decía que me amaba su boca era una línea recta.
Me dijo que estaba tomando mucho de su tiempo.
La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.
Me dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella; que todo esto fue un error,
pero… ¡¿Cómo podría ser un error que no tenga que lavarme las manos después de tocarla?!
El amor no es un error y me está matando que ella pueda salirse de esto y yo no.
No puedo–
No puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre pienso en ella.
Usualmente, cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes escabulléndose en mi piel.
Me veo a mí mismo siendo atropellado por una infinita línea de coches.
Y ella fue la primera cosa hermosa en la que alguna vez me he estancado.
Quiero despertar todas las mañanas pensando en la manera en la que agarra el volante.
Cómo mueve las manijas de la regadera como si estuviera abriendo una caja fuerte.
En cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla…
Ahora sólo pienso en quién más está besándola.
No puedo respirar porque él sólo la besa una vez– ¡No le importa si es perfecto!
La quiero de regreso tanto que…
Dejo la puerta sin cerrar.
Todo en mi cabeza se silenció
Todos los ticks, las imágenes constantes desaparecieron.
Cuando tienes trastorno obsesivo compulsivo en realidad no tienes momentos callados.
Inclusive en la cama estoy pensando:
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de la horquilla de sus labios.
O la pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla.
Sabía que debía hablar con ella
La invité a salir seis veces en treinta segundos.
Ella dijo que sí después de la tercera,
pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien así que tenía que seguir haciéndolo.
En nuestra primera cita,
pasé más tiempo organizando mi comida por colores de lo que pasé comiéndola o hablando con ella.
Pero le encantó.
Le encantaba que tuviera que besarla para despedirme 16 veces, o 24 si era miércoles.
Le encantaba que me tomaba todo el tiempo caminar hacia casa porque había muchas grietas en la banqueta.
Cuando nos mudamos juntos ella dijo que se sentía segura,
como si nadie nos fuera a robar porque definitivamente había cerrado la puerta 18 veces,
Yo siempre veía su boca cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba;
Cuando me dijo que me amaba, su boca se curveaba hacia arriba en los bordes.
En la noche ella se acostaba en la cama y me veía apagar todas las luces, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas.
Ella cerraba los ojos y se imaginaba que los días y las noches pasaban frente a ella.
Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella sólo se iba porque estaba haciéndola llegar tarde al trabajo.
Cuando me detenía en las grietas de la banqueta ella seguía caminando.
Cuando me decía que me amaba su boca era una línea recta.
Me dijo que estaba tomando mucho de su tiempo.
La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.
Me dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella; que todo esto fue un error,
pero… ¡¿Cómo podría ser un error que no tenga que lavarme las manos después de tocarla?!
El amor no es un error y me está matando que ella pueda salirse de esto y yo no.
No puedo–
No puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre pienso en ella.
Usualmente, cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes escabulléndose en mi piel.
Me veo a mí mismo siendo atropellado por una infinita línea de coches.
Y ella fue la primera cosa hermosa en la que alguna vez me he estancado.
Quiero despertar todas las mañanas pensando en la manera en la que agarra el volante.
Cómo mueve las manijas de la regadera como si estuviera abriendo una caja fuerte.
En cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla…
Ahora sólo pienso en quién más está besándola.
No puedo respirar porque él sólo la besa una vez– ¡No le importa si es perfecto!
La quiero de regreso tanto que…
Dejo la puerta sin cerrar.
Dejo las luces prendidas”.
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