Cuando quieras olvidarme

Cuando quieras olvidarme romperás todas mis fotos,
botarás todos los regalos, y borraras mi número y dirección.
Buscarás otros besos y oídos, que calmen tu frustración y
te sigan haciendo sentir una persona especial, y tal vez completa.
Cuando quieras olvidarme te enterraras en tu trabajo,
y harás planes, tal vez viajes, para seguir tu vida.
Encontrarás a alguien para amar y que te ame.
Tendrás hijos, un perro, una familia, y una casa placentera.
Ocuparás tu mente en tantas cosas inimaginables por ahora,
dejarás de recordar completamente mi existencia,
y te sentirás feliz y libre. Sentirás que flotas.

Cuando consigas olvidarme ya no te pareceré interesante,
pronunciarás una vez más mi nombre en voz alta
y te parecerá tan extraño, tan lejano, tan irreal.
Y mis fotos, las que antes te agradaban, ahora serán ajenas a tus ojos,
y seré para ti alguna conocida más, de esas caras familiares que ves en
los supermercados, pero que nunca saludas.

Cuando consigas olvidarme extrañarás conversar conmigo a veces,
y los recuerdos te bombardearán la mente mientras caminas, o en el bus,
cuando más pasajera sea tu vida y más descuidada tu consciencia.
[Todos somos candidatos a recuerdos vagos…]

Polaridad

Aquellos pobres colores que antes representaban a mis personalidades
se convirtieron en longitudes de ondas frías y racionales;
ya nunca más la magia intangible existió en mi mente,
y todos los amigos que alguna vez fueron imaginarios se suicidaron.
Estoy sola esta noche, llena de aire, tripas, agua y mierda…
Un ser humano del común, un ser humano cualquiera.
Que aburrido es estar loco, que aburrido es esta cuerdo,
que repetitivo es todo…

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 

Aquellos tristes colores que antes estaban en mi cartuchera,
una vez afuera se apoderaron de mis voces;
ya nunca más me molestaron las luciérnagas ni los mosquitos,
y todas las salamandras se mudaron a mi cuarto para cuidarme de noche.
Estoy radiante esta noche, llena de amigos, sueños, vida, fuego y delicias…
Un ser humano estupendo, un ser humano único e irrepetible.
Que bendición es estar loco, que bendición es estar cuerdo,
que sorprendente es el mundo…

Tus pecas

Si pudiera elegir un porqué amarte de entre todos,
elegiría tus pecas… en especial esas que tienes en el pecho.

Tus pecas dan alegrías a mi imaginación y a mis dedos:
Recorrerlas con mis lápices mentales buscando
inimaginables figuras escondidas en ellas.
Si tan solo pudiera alcanzar a besarlas todas cada noche
hasta que te quedes dormida y ceda mi boca a mis deseos.

Me dan ganas de comerte los brazos al imaginar que son
chispas de chocolate crujientes, o la corteza de un pan de queso*,
mientras tanto me conformo con leerlas lentamente
así tal cual como haría un ciego.
[Hablan, y mucho, y siempre me dicen cosas nuevas sobre ti]

No me canso de darle vueltas al asunto

Si decides arrancarte la piel, la carne, las tripas y los huesos con las manos ¿Qué quedará de ti? 

No es tanto preguntarse ¿Quién soy? Sino, ¿por qué soy de ‘carne’?, ¿por qué tengo esta forma (extremidades, tronco y cabeza) y no otra?, y ¿por qué los humanos no evolucionaron como seres que puedan volar? 

No es que no crea en Dios, hay gente que cree en él, va a misa, es feliz así y yo respeto eso. Hay otras personas que no creen en él, lo cual respeto también. Yo creo en Dios, he decidido creer en él basada en incontables bendiciones que me han llegado cuándo se las he pedido, y cuando no también. No me puedo quejar, Dios siempre me ha amado mucho y me lo hace saber de tanto en tanto. Cuando canto sus canciones se me quita el mal genio, cuando oraba sentía mi ser tranquilo y feliz, con un gran sentimiento de seguridad y bienestar. Pero ahora no, ya no, y no es porque haya dejado de creer, cantar u orar, sino porque todo lo que sé de Dios, todo lo que la gente me habla de Dios no me da la respuesta a lo que busco casi desesperadamente, que no es otra cosa de lo que busca instintivamente la mayoría de las personas: un motivo suficiente para justificar mi gasto de oxígeno en este planeta, un motivo que no sea únicamente el típico sueño capitalista de ganar dinero para sobrevivir cómodamente, o al menos un motivo suficiente para quitarme la idea de que estoy estorbando en este mundo, o en cualquier mundo, por mi debilidad, por mi falta de entusiasmo, por mis contradicciones, por mis desvaríos, y por las múltiples apariencias que me toca adoptar para que los demás no se den cuenta de que hace mucho tiempo perdí el control de mí, que me quiero arrancar la cara, que no quiero tener cara, ni cuerpo, ni huesos, ni nervios, ni nada, que no me siento YO, que no tengo ni la más mínima idea de quién soy, qué soy, qué quiero ser o qué significa ‘siday’ (tengo un sentimiento de amor-odio por ese nombre, o cualquier otro nombre), que me quiero quitar los ojos porque no resisto descubrir mi mar de dudas, pero no me atrevo a nada porque sé que quitarse los ojos y la piel duele, y mucho (cobarde soy). Y a usted que lee y que puede estar pensando que estoy loca de remate (o puede que no, o qué se yo, no tengo telepatía), deténgase a pensar cuantas veces se siente igual, o completamente vacío durante un día, o una noche, que necesita de trabajos, estudios, fiestas, novios(as), hijos, padres, viajes, comida, vicios o lo que sea que le pueda facilitar un motivo (superficial al fin de cuentas) para no sentirse inútil en este universo, porque ese cuentesito de la autorrealización siempre deja la pregunta: ¿y después qué? 

Perder completamente el control y terminar en un siquiátrico es perfectamente normal si tenemos en cuenta el lugar en el que nos tocó vivir, y la gente malparidamente incomprensible con la que nos toca lidiar por el resto de nuestra laaargaaa vida (que no es otra gente sino nosotros mismos clonados con otras ropas y otra imagen, codiciando ser mejores o peores personas, y formando todos la gran sociedad de la que tanto nos quejamos); pero aquí estamos, interactuando anormal y enmascaradamente, caminando ‘libres’ por las calles, desplegando nuestras enfermas cualidades por doquier, y creyéndonos dueños de un mundo que no es nuestro, que nunca será nuestro y que sólo nos aprecia cuando podemos pagar por sus servicios, mundo puto y cruel.


"El ser humano tiene una 'capacidad infinita' para ser infeliz"
                                                                                              E. Punset

Aquí estoy

Aquí estoy, a media noche trasnochando como cosa rara en mí, con la mente revuelta y resguardando mis sentimientos con en el estudio, como de costumbre. Realmente son muchas las malas costumbres que tengo, como comer a deshoras, no hacer ejercicio y aplazar siempre mi vida para después mientras saco excusas tontas para no vivir como el trabajo, el estudio, y todo el cansancio que queda de eso.

Aquí estoy yo, escribiendo cosas tontas, como la mayoría de pensamientos que tengo. Puedo durar todo un día tarareando Aserejé y poner cara de inteligente y/o interesante al mismo tiempo. Subo a un bus lleno de gente x todos los días, unos más x que otros, solo para identificarme y sentirme a gusto de ser un x también. La inmensidad del vacío me absorbe mientras cierro mis ojos, de la nada, de lo desconocido, y canto (siempre en voz baja para no levantar sospecha sobre mi ridícula personalidad).

Hace frío y necesito un abrazo. Y si, me siento sola. Siempre me siento sola en las noches, especialmente en las noches en que escribo mientras escucho Radiohead o Queen. En las noches también me coloco a divagar, y todos mis planetas, mis ellos y ellas se despliegan y no me dejan dormir, entonces me dan ganas de vomitar (el alma), arrancarme la piel de los brazos, rogarle a Dios que me proteja y me guíe porque me siento perdida y desmotivada desde hace mucho tiempo, porque definitivamente me aburre el mundo siempre predecible, la gente (incluso a las personas que quiero), las ideas, los sentimientos, los viajes, el movimiento de los cuerpos, mi vida, la vida… [Me siento como una persona pretenciosa, caprichosa y desagradecida con las cosas buenas que de mi vida, que son muchas, pero no lo sé… no se qué hay de malo en mí].

Soy consciente de mis cambios, que no son para nada sutiles, y que incluso me alejan un poco más de la gente. Son muchas las veces en que prefiero encerrarme (si, utilizo el verbo “encerrar”, no me equivoqué) a jugar viedojuegos, a leer, a escribir, o a lo que sea con tal de no ver al resto de la "humanidad", supongo que eso es normal, como también lo es discutir con la pareja por eso, porque llevas casi un año con la misma actitud y te importa un bledo cambiarla o no, y por infinidad de otras cosas por las que discuten las parejas, personas a fin de cuentas. Cuestiones de parejas, relaciones personales, nunca he sido buena para eso ¿y quién? Me cansa interactuar, me cansa la convivencia a largo plazo (incluso conmigo), y soy más bien ‘casa sola’ como diría mi mamá, aunque muy respetuosa y amable la mayor parte del tiempo… esa es otra, me agrada ser amable, me gusta ser amable, me nace ser amable, pero me emputa cuando la gente (los hombres) malinterpretan todo y se montan en unas películas tan retorcidas, sacando conclusiones del tipo “seguramente le gusto y se muere por mi, porque se porta así conmigo” (…) También me encanta ser literal, ser asquerosamente sincera, estar callada, comer piña-patilla-uva-cereza, morder a las personas que quiero, pero antes de todo, ser amable y agradecida, entonces cuando la gente se pone pesada (que es casi siempre), simplemente no digo nada y me alejo para siempre (como si fuera la gran cosa jejeje).

Me estoy resistiendo a escribir sobre los problemas recientes de mi Colombia, los evado, como siempre evado los problemas que se me salen de las manos y no puedo resolver. También me dan ganas de llorar cuando leo noticias sobre violaciones sexuales, en especial si son niños y niñas, y creo que la autodestrucción del ser humano seguirá siendo progresiva pero necesaria. Sin embargo, en alguna parte de mi, secretamente mantengo la esperanza de que algo aparezca en el ‘último minuto’, algún atisbo de sensatez en las masas quizá… mi fe es ciega y mi mente contradictoria.

Lo único de lo que estoy segura es que soy feliz cuándo te escucho hablar, o cuando el viento o tu mano se enredan en mi cabello y lo despeinan. Soy feliz con los abrazos, y el primer día del sitio nuevo al cual viaje. Soy feliz en el camino, aunque ya no seamos las mismas personas de hace tres años…


¿Dónde andará Sidy?

Cuerpos

Cuando eres niño miras el mundo desde otra perspectiva, incluso, siendo adolescente prefieres pensar en que todo lo malo del mundo no te tocará *Suspiro* También, cuando creces te das cuenta de que la autodestrucción está grabada en el inconsciente, más firme de lo que debería estar, y que todo lo rico y placentero del mundo tiene sus (casi siempre graves) consecuencias. [Y viendo el mundo desde puestos alargados, con lentes bicóncavos, como para pretender que el mundo es menos hostil de lo que en verdad es, nos encontramos nosotros, ese tipo de humanos que la gente tacha de diferentes, pero lo único que los hace diferentes es la perspectiva que les tocó].

Siento también que no quiero estar en este cuerpo, no por todas esas bobadas que dicen los que consideran al cuerpo una cárcel, sino porque los cuerpos son deficientes… Nunca basta todo lo que tengas o todo lo que hagas, siempre te sentirás incompleto e insatisfecho (más no infeliz). A veces he querido tener orgasmos que me exploten el cerebro, pero no sucede, antes se cansa mi cuerpo, cierro las piernas y me quejo de que no puedo resistir más… es solo un ejemplo para decir que me incomodan los límites preestablecidos que vienen con el paquete.

Mi cuerpo también es algo particular. Me gusta mucho (aunque eso suene contradictorio), me gusta por su forma, su textura, su color, me parece bonito, y me parece sensacional comprender los procesos fisicoquímicos del cerebro, los nervios y todo eso. Pero con respecto a eso, me decepciona: todo marcha bien mientras tomo pastillas. Eso es lo que no me gusta, tener tratamientos (la palabra favorita de los médicos) para casi todo. Entonces saco la conclusión de que me dieron, o más bien, con el tiempo hice de mi cuerpo un cuerpo defectuoso.

Cuando era pequeña tenía anemia, así que tenía que tomar el famoso sulfato ferroso, pero como siempre he sido terca, peleaba con mi mamá para no tomármelo, incluso lo escondía, y prefería pasar la mayor parte del tiempo enferma a tomarme la dichosa pastillita roja. Ya adolescente, creía que todo en mi era normal hasta que me di cuenta de que la gente no sabía cómo comunicarse afectuosamente conmigo. Así que lo primero que hice, en mi gran aparente inteligencia, fue alejarme de la gente, despreciarlos tanto o más que ellos a mi (o era lo que yo suponía) y dividí a la gente en humanos y humanoides… los humanos eran esa gente ‘especial’ que me entendía, que era inteligente y con la que podía tener alguna conversación medio decente (considerando mi edad), los humanoides eran los demás, aquellos seres tan desagradables que solo pensaban en cerveza, chismes o ropa, cerveza, chismes o ropa. Lo segundo que hice fue tener un novio “humano”, la persona con el mejor IQ y las notas más altas que había conocido hasta ese entonces. Gracias a él aprendí muchas cosas, como formatear una computadora, la importancia de las ciencias y en especial de la cuántica, la importancia de la sinceridad y la libertad en las relaciones humanas, que ser inteligente no implica ser una ‘gran persona’ y viceversa, y que el IQ vale mierda…

Así que en poco tiempo comprendí que todos somos híbridos de ‘humanos’ y ‘humanoides’, y se me acabó la pendejada asocial. Aunque a veces creo que han quedado rastros de eso.

Luego de muchos miedos e irregularidades, de muchos exámenes médicos, y de no saber porque carajos los puntos rojos no me venían en meses, me diagnosticaron síndrome de ovarios poliquísticos (¿Eso con qué se come? Fue mi primera reacción), y entonces me dieron a entender que tendría que tomar pastillas anticonceptivas por toda mi vida para pretender tener unos niveles hormonales normales mientras no quiera tener hijos, y me explicaron que aunque no me voy a quedar embarazada al primer intento, podré traer al mundo a esa personita especial para que también tome pastillas y medicamentos junto a mí, que felicidad…

Hace un año y medio me dio un arranque de “¡A LA MIERDA TODO, NO TOMARÉ MÁS PASTILLAS!”, y desde entonces lo he cumplido. No se… se siente bien no ser dependiente de algo. Deje el tratamiento y obviamente todos los contras y pros se han acumulado, pero me siento LIBRE, no tengo que andar pendiente de que la hora de la pastilla se me va a pasar, no gasto en calmidol, ni en nosotras, no se me baja la libido (las pastillas me la bajan), soy menos sensiblera, no sufro de nauseas, ni mareos, ni se me mancha la cara. WIN!

Lo curioso es que con todos esos tratamientos nunca he aprendido a ser puntual con las horas en que me tengo que tomar las pastillas, y le he cogido fastidio a las pastillas, pero todo lo intento curar con pastillas.

No obstante, lo que necesito muchas veces son abrazos, de esos abrazos sinceros, tranquilos y reconfortantes, no porque lo pida (no no no no! a quién le gusta pedir afecto) sino porque a la otra persona le nazca hacerlo, pero a la gente nunca le nace dar ese tipo de abrazos así porque si, y cuando reciben uno sin motivo, se asustan y se alejan para luego ir a quejarse de que el mundo es un lugar hostil *Suspiro* La diferencia es que ahora no desprecio a la gente por ser tan frívola, sino por estúpida, o más bien me intriga el porqué de tanta soledad encorazada.

El viernes pasado estuve en urgencias por un dolor no especificado en el vientre, y discutí con el médico cuando me mandó ibuprofeno, así que me pusieron una intravenosa con suero y buscapina compuesta… más nunca en mi vida vuelvo a discutir con el médico, porque si las pastillas son un karma, las agujas duelen muchísimo más, y más cuando la enfermera no te ‘encuentra’ las vena de las manos (aún tengo las marcas de las agujas y sus respectivos moretones).


♫ ♪ ♫ No pienso en ti… sólo te siento… pasando por mí… como un dulce viento… ♪ ♫ ♪
Devendra Banhart - Brindo

Tu piel

A veces siento amor por tu piel…
recorrer cada célula de tu superficie,
contando las lunas que te regala el sol día tras día.
Por ti renunciaría a mi extrema necesidad de despellejarte,
en cambio, me pondría a desnudar como siente cada cm2 de tu cuerpo,
mientras marco tus arrugas y cicatrices en un mapa mental,
para aprender a diferenciarte de los que aseguren ser tus clones
e ir grabando todo vestigio de ti en las memorias de mis dedos.

A veces siento amor por tu piel… pero solo a veces.
Las otras veces tu piel es un eterno fastidio,
barrera perpetua para lo que realmente me interesa,
porque la verdad es que estoy enamorada de tus huesos.