Si decides arrancarte la piel, la carne, las tripas y los huesos con las manos ¿Qué quedará de ti?
No es tanto preguntarse ¿Quién soy? Sino, ¿por qué soy de ‘carne’?, ¿por qué tengo esta forma (extremidades, tronco y cabeza) y no otra?, y ¿por qué los humanos no evolucionaron como seres que puedan volar?
No es que no crea en Dios, hay gente que cree en él, va a misa, es feliz así y yo respeto eso. Hay otras personas que no creen en él, lo cual respeto también. Yo creo en Dios, he decidido creer en él basada en incontables bendiciones que me han llegado cuándo se las he pedido, y cuando no también. No me puedo quejar, Dios siempre me ha amado mucho y me lo hace saber de tanto en tanto. Cuando canto sus canciones se me quita el mal genio, cuando oraba sentía mi ser tranquilo y feliz, con un gran sentimiento de seguridad y bienestar. Pero ahora no, ya no, y no es porque haya dejado de creer, cantar u orar, sino porque todo lo que sé de Dios, todo lo que la gente me habla de Dios no me da la respuesta a lo que busco casi desesperadamente, que no es otra cosa de lo que busca instintivamente la mayoría de las personas: un motivo suficiente para justificar mi gasto de oxígeno en este planeta, un motivo que no sea únicamente el típico sueño capitalista de ganar dinero para sobrevivir cómodamente, o al menos un motivo suficiente para quitarme la idea de que estoy estorbando en este mundo, o en cualquier mundo, por mi debilidad, por mi falta de entusiasmo, por mis contradicciones, por mis desvaríos, y por las múltiples apariencias que me toca adoptar para que los demás no se den cuenta de que hace mucho tiempo perdí el control de mí, que me quiero arrancar la cara, que no quiero tener cara, ni cuerpo, ni huesos, ni nervios, ni nada, que no me siento YO, que no tengo ni la más mínima idea de quién soy, qué soy, qué quiero ser o qué significa ‘siday’ (tengo un sentimiento de amor-odio por ese nombre, o cualquier otro nombre), que me quiero quitar los ojos porque no resisto descubrir mi mar de dudas, pero no me atrevo a nada porque sé que quitarse los ojos y la piel duele, y mucho (cobarde soy). Y a usted que lee y que puede estar pensando que estoy loca de remate (o puede que no, o qué se yo, no tengo telepatía), deténgase a pensar cuantas veces se siente igual, o completamente vacío durante un día, o una noche, que necesita de trabajos, estudios, fiestas, novios(as), hijos, padres, viajes, comida, vicios o lo que sea que le pueda facilitar un motivo (superficial al fin de cuentas) para no sentirse inútil en este universo, porque ese cuentesito de la autorrealización siempre deja la pregunta: ¿y después qué?
Perder completamente el control y terminar en un siquiátrico es perfectamente normal si tenemos en cuenta el lugar en el que nos tocó vivir, y la gente malparidamente incomprensible con la que nos toca lidiar por el resto de nuestra laaargaaa vida (que no es otra gente sino nosotros mismos clonados con otras ropas y otra imagen, codiciando ser mejores o peores personas, y formando todos la gran sociedad de la que tanto nos quejamos); pero aquí estamos, interactuando anormal y enmascaradamente, caminando ‘libres’ por las calles, desplegando nuestras enfermas cualidades por doquier, y creyéndonos dueños de un mundo que no es nuestro, que nunca será nuestro y que sólo nos aprecia cuando podemos pagar por sus servicios, mundo puto y cruel.
"El ser humano tiene una 'capacidad infinita' para ser infeliz"
E. Punset
No hay comentarios:
Publicar un comentario