Carta a Sidy

Una Palabra - Carlos Varela

No es que sea insensible, es que ya he vivido tanto, que no es cualquier cosa la que me hace tambalear. 

Con el tiempo, empiezas a creer que eres un maestro ajedrecista, y te convences tanto de ello que empiezas a ver la vida en tercera persona, como anticipándote al movimiento. Maldita sea. Disfrutas, si, pero siempre precavido. Y si sientes que hiciste una mala jugada, inmediatamente tu mente se pone a analizar todas las posibles soluciones que tienes para ‘mejorar’ tu partida. Es un proceso inconsciente, obviamente, pero siempre te sientes limitado. 

Y bueno, la realidad siempre es más horrible de lo que se ve en la televisión y el cine, y los mundos adyacentes son mucho más susceptibles de lo que aparentan sus dueños. Es poca la gente a la que le interesa conocerse, o mantener el encanto que hay en socavar en la mirada del otro. Toda una idiotez necesaria, piensa solo la parte más racional. 

Las sonrisas se apagan cuando de reflexiones se trata, y yo soy de las que prefieren apagar las sonrisas aunque después me arrepienta de ello. No quiero ni voy a olvidarte Sidy, no voltearé mi vista de tus ojos verde gelatina que me extasían, ni de tu sonrisa de ensueño maracuyá, pero…


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