Hay canciones inmortales, y momentos inmortales también, cuyos significados trascienden toda corteza prefrontal de tu cerebro y se entierran en tu sistema límbico para toda la vida, incluso en contra de tu voluntad… Me pregunto si dentro de 20 años más, aún te encontraré o recordaré en cada lugar, si seguiré soñando contigo aunque sea muy 'de vez en cuando', si llegará ese 29 de agosto, si me reconocerás a pesar de mis próximas arrugas, o irremediable estupidez. Me da rabia pensar en lo fastidiosa que se vuelve mi mente al no dejar escapar el pasado, aunque eso no me impida disfrutar del presente y posible futuro ¿pero qué hago? “Te veré pronto…”
Para salir de la rutina
Todas las personas tienen un conjunto de diversas rutinas que se alteran constantemente para convertirse en otras rutinas. Rutinas al final.
La mayoría de las personas siguen la rutina preestablecidas porque no saben que más hacer con sus vidas. Dale mucho tiempo a una persona y empezará a copiar rutinas, y a modificarlas ligeramente para que parezcan propias y no un triste remedo. De vez en cuando, también fantasearán con perder dicha vida de un tajo, deshacerse de sí mismos, o apropiarse de otra rutina más atractiva y positiva que la que llevan, pero el poder de las costumbres es más fuerte que sus ganas de cambiar y de la voluntad de muchos de ellos.
Y así estoy yo. Enfrascada desde hace años en una rutina insensata, perdiendo el tiempo literalmente, mientras imagino espacios, cosas y gente a la que nunca podré conocer. Vivo, si es que a lo mío se le puede llamar vida, en el centro de un mundo lleno de hormigas que a veces me confunden con un gran pan.
[Siday, realmente no se qué esperas para comenzar...]
Autosuperación
No entiendo como una persona inteligente, sagaz y observadora, que puede llenar su mente de mejores cosas y experiencias de vida, prefiere leer un libro de autosuperación escrito por personas que ven la vida desde sus escritorios y que viven de venderle ideas obvias a la gente, haciéndolas pasar por novedosas...
Fue una gran sorpresa encontrar muchos de esos libros en tu biblioteca...
1 perro - 2 gatos
Hace tres meses cumplió dos años de muerto mi experro.
Siete años vivo, más dos de muerto: nueve años en mi vida
y aún siento que lo quiero.
Recuerdo que una vez regresé del trabajo y él estaba en medio de la sala con el vientre hinchado y lleno de líquidos, mirándome tan tristemente que nunca lo olvidaré. Recuerdo que empecé a llorar cuando él quiso levantarse para saludarme y no pudo, recuerdo que todo fue empeorando a partir de ahí, y recuerdo la mañana en que se decidió que ya era inhumano y costoso (yo sospecho que fue más por lo segundo) seguir manteniéndolo con vida.
Siete años vivo, más dos de muerto: nueve años en mi vida
y aún siento que lo quiero.
Recuerdo que una vez regresé del trabajo y él estaba en medio de la sala con el vientre hinchado y lleno de líquidos, mirándome tan tristemente que nunca lo olvidaré. Recuerdo que empecé a llorar cuando él quiso levantarse para saludarme y no pudo, recuerdo que todo fue empeorando a partir de ahí, y recuerdo la mañana en que se decidió que ya era inhumano y costoso (yo sospecho que fue más por lo segundo) seguir manteniéndolo con vida.
Era comienzos de agosto, una mañana soleada como de costumbre en mi ciudad. A veces pienso que Arnold (que así se llamaba mi perro) murió en una de las mañanas más hermosas que haya visto. Recuerdo que sus orines se regaron por todo el patio, que me impactó porque nunca había presenciado la muerte de algo que me importara (fuera de los pollitos que yo misma maté en algunas ocasiones de mi infancia), y que había un amigo impertinente que llamó en ese instante y no me dejó experimentar mi momento de perdida en silencio (que es como me gusta). No quería escuchar a nadie, no quise hablar sobre ello, no quise llorar, y en la tarde opté por irme para cine por mi incapacidad de lidiar con ese tipo de sentimientos. Aún soy incapaz de lidiar con ese tipo de sentimientos, siempre intento llenar todos mis vacíos con películas, lecturas, música o comida, aunque casi nunca me funcione el método. El punto es que le cogí fastidio a las mascotas solo porque todas duran menos que el dueño, y decidí que nunca más tendría una.
Pero como siempre, nada en la vida me sale tal cual como lo planeo, ni eso (lo cual es demasiado frustrante a mi parecer). Hasta hace tres meses refunfuñaba a cada rato si alguien me mencionaba el tema, e incluso llegué a discutir con un amigo que me ofreció un perrito. Hasta hace tres meses, justo a principios de agosto como por casualidad, encontré a dos gatitos arrabaleros intentando robar la comida de mi plato. Pensé que eran de la calle, pero no, lo que sucedió fue que una gata callejera encontró un lugar acogedor en mi patio y parió allí. Al principio pensé en dárselos a algún "amante de los gatos", de esos que ahora abundan en facebook y twitter. Aún lo pienso recurrentemente, especialmente mientras los regaño. Luego, bueno… ya les compro comida, estoy pendiente de su dieta y les estoy buscando veterinario, lo cual es mucho considerando la pereza que da salir en el día y toparse con toda la gente de la ciudad. Espero que no me pidan caricias ni nombres, que por algo no quiero hijos todavía.
Ahora que sé que se siente tener perro y gato, y puedo hacer la comparación entre los dos, creo que la mejor mascota que puedo tener en un pez sumergido en formol... o los gatos metidos en formol, quien sabe.
[Escucho Nude de Radiohead a esta hora, mientras oculto mis preocupaciones más reales de mi misma, evadiéndome, olvidándome, sumergiéndome en ligeras dosis de depresión/decepción, y en cargadas dosis de insomnio y charlas sobre gatos. ―¿Charlas sobre gatos? ¡Pegadle un tiro!―... Dios mio, extírpame la mente con una aspiradora que suene al ritmo de I'm sexy and know it o algo así...]
Cerca del 1/4 de camino...
[Escucha esta canción mientras lee -> Ballad of a thin man - Bob Dylan]
Tengo esa sensación irritante de que mis días
se repiten infinitamente en una espiral de Escher…
Tengo esa misma sensación irritante cuando la gente me habla a pesar de verme con los audífonos puestos. Algunos me tocan el hombro para que les preste atención, incluso me siento obligada a dejar de escuchar música para escuchar las sandeces que tienen que decirme, porque si, porque en sus mentes creen que su voz es mucho mejor que la de Lou Reed, o sus palabras son más importantes que mis pensamientos. ¿Por qué para la gente es tan difícil quedarse en completo silencio? Es ese constante parloteo de unos con otros lo que me saca de quicio. Ellos pasan todo el día hablando, para llegar a sus casas y seguir hablando a través de internet, y siempre tienen algo ‘nuevo’ que decir. Yo sería feliz en un mundo en dónde la gente solo hablara cuando fuera necesario, o por lo menos, cuando estuviese plenamente segura de que su interlocutor está interesado en la conversación.
Y sin embargo, para compartir un buen momento con alguien no es necesario hablar excesivamente, o escucharlo, hay muchas más cosas por hacer, inclusive, el solo silencio es exquisito cuando se sabe saborear. Para mí, la gente que habla mucho, siempre hace poco, y ciertamente, las personas más interesantes que he conocido (por lo general) son personas parcas, que valoran la tranquilidad, y son un poco apartadas, sobrias en su estilo, incluso llegan a ser aparentemente amargadas, y planean sus asesinatos en silencio, como debe ser no tienen esa necesidad constante de sobreactuar para recibir halagos. Lo mismo aplica a las mujeres: huya de una que grite a los cuatro vientos lo superbuenpolvo que puede llegar a ser.
Uno va por ahí caminando desprevenido, pensando en las pocas cosas que hacen soportable este mundo, y en la cantidad de cosas que hay que hacer para “triunfar” en la vida [ya me da pereza el triunfo], y pensando en toda esa frustración con la que uno carga constantemente. Pensando en que lo que uno tiende a convertirse: un adulto común y corriente, vulgar, repulsivo, lleno de fracasos y/o éxitos, da igual, lleno de mierda, lleno de sueños, lleno de fotos, lleno de música, y otras cosas ahí que igual hacen bulto… pensando en lo difícil que es para mí asimilar una infinidad de pequeños detalles que van cambiándome con el tiempo, de una manera perceptible, involuntaria y decepcionante, y … ―Hola, disculpa, yo te conozco de algún lado… tú eres la amiga de nosequiencito…―
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