Nunca se me va a olvidar aquella frase que él me dijo en medio de una discusión: "Y es que a ti quién te dijo que la vida tiene que ser justa"
[En memoria de Jorge David, Malka, el Leo y el Samario, que aunque fue solo un conocido, fue el que causó todo este alboroto que hoy tengo dentro de mi]
Y pues si. La justicia no existe, ni la igualdad, ni la equidad, ni nada de eso. Son cosas en las que creemos para hacer mas soportable y menos amargo nuestro día a día. Pensamos en que todas las acciones serán recompensadas, y si son buenas acciones, entonces todo irá bien.
Pero no es así.
Ni siquiera la muerte es justa.
Y me duele que en menos de tres años me ha tocado aprender eso a las patadas.
Me duele que ellos ya no estén, que más nunca los vuelva a ver. Mi vida es aparentemente tranquila y resignada, porque uno se resigna a la muerte y al dolor. *Suspiro* Uno no llora más de lo necesario, sigue la vida y sigue uno porque el mundo no se detiene, uno se vuelve aparentemente alejado y ensimismado, pero mentiría si negara que cada vez que paso por x lugar, no los recuerdo. No guardo fechas, pero guardo lugares, canciones, eventos, mamaderas de gallo, debates y discusiones, todo eso. Y sin embargo, los lugares cambian y las caras se me olvidan, dándome la sensación de bienestar. Negación, ese es mi placebo.
Pero falta que ocurra algo, para que se remueva todo. Ayer a las 3 p.m. murió en mi ciudad un muchacho de mi misma edad. Murió luego del quinto paro respiratorio, justo antes de sustentar su trabajo de grado. He pasado toda la mañana pensando en eso, me duele mucho también ver a la familia y a los amigos, entre esos mi novio, llorando. Hombres poco sentimentales, llorando. Ellos no lo superan, no lo pueden creer, y yo aún no puedo creer que él haya muerto por poner primero la sustentación del trabajo final, ese que le iba a dar las muchas oportunidades que esperó durante 5 años de carrera, antes que su salud. Ni siquiera es necesario ser una persona empática como para que a uno le duela; ese dolor latente que te abre los ojos y te obliga a preguntarte una vez más si todo lo que haces en el día a día, todo lo que estudias, todo lo que te desvives trabajando se irá así, sin más, un día de estos.
De inmediato, se vinieron a mi cabeza los recuerdos de mi primo, de dos amigos que ya murieron, y de mi amigo V... que aún no ha muerto, ni quiero que le pase. Me puse a llorar, como lloro en este mismo momento, porque no puedo resistir tanto dolor; me voy sintiendo sola conforme pasa el tiempo, y me da por apegarme aún más a los que me rodean, casi desesperadamente. Supongo que así es que funciona la empatía. Los amigos, los hermanos y los primos deberían morirse de viejos junto a uno... no antes de los treinta.
[En memoria de Jorge David, Malka, el Leo y el Samario, que aunque fue solo un conocido, fue el que causó todo este alboroto que hoy tengo dentro de mi]
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