- ¿Qué te pasa?
- Nada...
- Entonces ¿por qué estás tan callada?
- Porque no tengo nada que decir...
Sentir que esas ganas de incomunicación te embargan: hay días en los que no quiero decir absolutamente nada. Ni escuchar mi voz, que a veces es chillona, aunque todos digan los contrario. Me fastidian las cantaletas, darlas y recibirlas, porque siento que es la manera más improductiva de hacerle llegar un mensaje a alguien. Me fastidia que la gente se enfrasque en discusiones eternas que no llegan a ningún lado porque ninguna de las partes cambiará su manera de percibir el asunto. Pero ante todo, me fastidia que cuando se habla, por más literal que se intente ser, es posible que todo lo que se diga sea malinterpretado en algún momento...
...En fin...
No hay comentarios:
Publicar un comentario