No me canso de tocar mi piel,
de ver mis senos, de apretar
mis muslos, de hablar poco,
de sentir mis pausados latidos,
del sonido de las teclas.
Tampoco me he cansado del ventilador
y su ruido constante, ni de mi voz:
Los silencios nocturnos me angustian.
[Como paraguas cuyas raíces rozan el firmamento...]
No hay comentarios:
Publicar un comentario