Ya me asomo en el espejo y no
recuerdo en qué momento me crecieron los senos y las caderas (mmm senos mmm caderas mmm rosquillas mmm lo que sea), y el cabello se me volvió castaño oscuro. Recuerdo la
primera vez que me saqué las cejas, me cepillé el cabello y me depilé las
piernas, porque iba para el quinceañero de una amiga. Yo quería crecer rápido
para vivir sola en un apartamento, ahora que ya crecí me encuentro con que lo
del apartamento tiene que esperar porque no será gratis, como lo había
imaginado.
Tampoco son gratis
los títulos universitarios, la salud o el amor.
Ya me preocupo por permanecer con
los dientes limpios de dulces, porque los dulces dan caries, y la caries indica
desaseo. Me preocupo por usar protector solar factor 100, porque quién me manda
a ser tan paliducha en esta tierra de sol inclemente. Voy al médico general (no
al pediatra) regularmente porque mi cuerpo tiene un síndrome que le da aprox. al 20% de las mujeres (no niñas) y ya no me acompaña mi mamá. Ya no pienso que mi papá
es un superhéroe que todo lo puede reparar. No aguanto jugar al quemao porque
me canso rápido y corro graciosamente, y ya no soy tan buena en los videojuegos
como lo era antes. Voy en bus a mi trabajo mientras ahorro desesperadamente
para comprar algún carro de segunda, tercera, o hasta quinta mano, y me estresa
la impuntualidad de las otras personas. Ya me preocupan un sin número de cosas
que cuando niña ni siquiera sabía que existían, y lo que me da melancolía es
saber que aquellos buenos años de mi vida se van a perder completamente porque
la herencia de mi familia es ir perdiendo la memoria.
Con los años me cambié las gafas muchísimas
veces (no sólo porque soy astigmática y miope) y he visto la realidad desde ángulos
inimaginables: una vez quise verla desde abajo, no fue
nada agradable por cierto, me dio una patada y me deprimí. También conocí el
verdadero significado de la palabra “consciencia”, que es mi palabra favorita,
y presumí a la vez que me entristecí por tener un corazón remendado y acorazado,
de esos que no creen fácilmente en la gente, pero que agradecen excesivamente cuando
alguien los sabe valorar.
Estoy segura de que ya crecí
porque antes no escribía mis pensamientos para que no se me olvidaran, o para
compartirlos con gente que ni siquiera conozco. Sé que es inevitable que el
tiempo siga pasando y yo siga envejeciendo, equivocándome en algunas cosas, y cambiando
mi manera de pensar a una más ‘seria’ y/o centrada. Me he imaginado con hijos y
casada, cocinando cosas deliciosas, follando y jugando videojuegos, o soltera, pintando,
viajando, tomando fotos y jugando videojuegos; lo importante es que lo que sea que uno elija hacer, debe hacerlo
bien y sin lamentaciones del tipo "qué hubiese pasado si...". El mundo está ahí, es tan grande y yo tan minúscula,
pero ya no le temo (aunque si le tengo miedo a algún accidente automovilístico que
me deje parapléjica, o a que el avión en que vaya se le desprenda la turbina, o
cosas así :S).
Espero que las sidys estén
orgullosas de lo que hemos logrado, tal como el día en el que se me salió el
primer diente de leche y dije: ¡mami, estoy creciendo!
2 comentarios:
Crecistes mi querida sidy..
Crecistes mi querida sidy..
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