He sido tan feliz contigo

De tanto en tanto ando traicionando mis principios, no sé si ellos sean muy elevados y no están acordes a la porquería de ser humano que puedo llegar a ser (créanme, todos tenemos potencial para ello), o es que simplemente no son mis principios, o no los siento como míos.

¿Necesito otros principios?

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Se supone que si uno se desahoga se siente más aliviado... pero desahogarse no sirve para nada, no cambia nada, solo deja vacíos. Entonces uno toma la decisión, no sé si correcta, de dejarlo pasar... de acostumbrarse, de seguir adelante con una extraña sonrisa en la cara, o con la cara más seria e inmóvil que la historia jamás haya registrado (mentiras, nadie es tan extremo). Empieza a darse cuenta del verdadero valor que tienen los principios, la libertad y el amor, del valor de la gente que te rodea, que es tan maravillosa como asquerosa a la vez, todo al mismo tiempo, y toda esa complejidad es tan bacana que vives en un estado de permanente asombro, o permanente apatía.

Me siento bendecida por Dios porque aparentemente la mayoría de la gente que he tenido el gusto de conocer son personas muy bonitas, son personas excelentes, son personas retorcidas también, pero no les cambiaría nada... son esas personas las que me sacan verdaderas sonrisas, son esas las que me escuchan incondicionalmente y yo a ellos, las que me hablan con confianza y sinceridad, las que me ayudan a sobrellevar todo los vacíos.

...Y dentro de toda esa gente estás tú, con tus inquietos y misteriosos ojos oscuros, con tus reflexiones, tus críticas y tus conversaciones, con tus cicatrices, tu terquedad, tu insesante curiosidad, esa particular forma de doblar la lengua, de reir, de enojarte, de equivocarte, la seriedad de mentiritas que ni tu mismo te crees, y el fuego que enciendes constantemente (en mi) ¡He sido tan feliz contigo!

Eso también es amor...

Uno viene a este mundo y se encuentra con los padres, a los que amas aunque no sepas si es porque te nace o porque ellos mismos te enseñaron a hacerlo. Yo descubrí que amaba realmente a mis padres a los 15 años, aunque mi madre afirme que no la amo, porque mi comportamiento es muchas veces amargo, frio o inexpresivo. También amas a tus hermanos mayores y los primos con los que creciste; los amas, aunque sabes que estarás bien sin ellos. Pero mi primer amor, mi primer gran amor lo descubrí a los diez años aproximadamente, lo descubrí en una tarde calurosa de octubre, con los ojos abiertos de par en par curioseando con afán el mundo. Era mi hermano menor, y aunque lo primero que despertó en mi fue una obsesión casi incontrolable de pellizcarle los cachetes, aún sigo pensando en que es el ser más importante en mi vida y no dudaría ni un instante en seguir amándolo aunque se le diera la ventolera de ser cantante de reggaeton o gerente de un banco, solo por mencionar casos extremos.

Y con todo eso, yo no se qué es exactamente el Amor... ¿quién puede saberlo? Tengo una pareja desde hace algún tiempo y es una relación muy espectacular (o bueno, así la veo yo, quien sabe si él piense otra cosa). Y lo amo, no tengo duda en eso, y con él he descubierto tantas cosas realmente hermosas que nunca pensé que yo (un ser humano plagado de defectos, traumas e imposibilidades) hubiese podido llegar a tener/hacer/ser. Sin embargo, no lo amo todos los días, tampoco lo necesito, ni quiero verlo todos los días, aunque todos los días piense en él. Estoy segura de que él ha sentido lo mismo, y no hay problema ¿por qué se va a enojar uno por la incapacidad de tener sentimientos puros, eternos e imperturbables? ¿Por qué esperamos un amor eterno, constante e incondicional si nosotros, como humanos, no somos así? ¿Por qué exigimos lo que no damos?

Se que existe el amor, porque tengo la plena certeza de que existe el desamor  (ese es el que está azotando al mundo), y ambos van tan unidos que empiezo a creer que nadie puede saber cuál es el límite exacto en dónde empieza uno y acaba el otro, solo pueden reconocer los extremos, por el bendito afán de los humanos de absolutizarlo todo... Y está internet, lleno de muestras de Amor, de fotos de amor, de poemas de amor o de desamor, quien sabe, que en su mayoría le rinden culto al amor empalagoso y casi perfecto que nos vendió Hollywood. Y aunque quiera decir que ese tipo de amor hollywoodense es enfermo y desdeñoso, al final también es algún tipo de amor, y es válido... habrá gente que se lo tolere.

Es claro que el amor no produce las guerras, pero hay mucho amor en ellas, amor de todo tipo. Internet tiene la fuerza que no tienen otros medios, todo lo magnifica, y las cosas que ahí encuentras sorprenden o impactan tan profundamente, pero pocas son las que logran pasar a la memoria de largo plazo. Vaya uno a saber el porqué de este fenómeno, neurológicamente hablando. Ayer una amiga publicó algo en facebook, algo sobre el amor desde la perspectiva de Neil Hilborn, un poeta estadounidense que sufre de trastorno obsesivo compulsivo. Abrí el enlace escéptica y ahora se ha convertido una de esas cosas de internet que NO quiero olvidar... Aquí les comparto:


“La primera vez que la vi…
Todo en mi cabeza se silenció
Todos los ticks, las imágenes constantes desaparecieron.
Cuando tienes trastorno obsesivo compulsivo en realidad no tienes momentos callados.
Inclusive en la cama estoy pensando:
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de la horquilla de sus labios.
O la pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla.
Sabía que debía hablar con ella
La invité a salir seis veces en treinta segundos.
Ella dijo que sí después de la tercera,
pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien así que tenía que seguir haciéndolo.
En nuestra primera cita,
pasé más tiempo organizando mi comida por colores de lo que pasé comiéndola o hablando con ella.
Pero le encantó.
Le encantaba que tuviera que besarla para despedirme 16 veces, o 24 si era miércoles.
Le encantaba que me tomaba todo el tiempo caminar hacia casa porque había muchas grietas en la banqueta.
Cuando nos mudamos juntos ella dijo que se sentía segura,
como si nadie nos fuera a robar porque definitivamente había cerrado la puerta 18 veces,
Yo siempre veía su boca cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba;
Cuando me dijo que me amaba, su boca se curveaba hacia arriba en los bordes.
En la noche ella se acostaba en la cama y me veía apagar todas las luces, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas.
Ella cerraba los ojos y se imaginaba que los días y las noches pasaban frente a ella.
Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella sólo se iba porque estaba haciéndola llegar tarde al trabajo.
Cuando me detenía en las grietas de la banqueta ella seguía caminando.
Cuando me decía que me amaba su boca era una línea recta.
Me dijo que estaba tomando mucho de su tiempo.
La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.
Me dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella; que todo esto fue un error,
pero… ¡¿Cómo podría ser un error que no tenga que lavarme las manos después de tocarla?!
El amor no es un error y me está matando que ella pueda salirse de esto y yo no.
No puedo–
No puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre pienso en ella.
Usualmente, cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes escabulléndose en mi piel.
Me veo a mí mismo siendo atropellado por una infinita línea de coches.
Y ella fue la primera cosa hermosa en la que alguna vez me he estancado.
Quiero despertar todas las mañanas pensando en la manera en la que agarra el volante.
Cómo mueve las manijas de la regadera como si estuviera abriendo una caja fuerte.
En cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla…
Ahora sólo pienso en quién más está besándola.
No puedo respirar porque él sólo la besa una vez­– ¡No le importa si es perfecto!
La quiero de regreso tanto que…
Dejo la puerta sin cerrar.
Dejo las luces prendidas”.

Ineludible

Tenía una gran entrada, lo juro (mentiras), pero estaba cavilando algo que consideré importante, mientras estaba en la sala de espera de una institución médica cualquiera.

Hasta que escuché mi nombre, y proseguí a entrar en ese estéril consultorio que me esperaba, para hablar con una mujer con bata de muñequitos que creía que por llamarme "amigo" con tono cariñoso, a mí se me iba a olvidar el motivo de mi visita. La mujer en cuestión era la médico (doctora no, soy receloso con ese tipo de títulos), muy amable por cierto, cosa que le agradecí a pesar de la incomodidad que me generó su trato, pues no muchos médicos mantienen el corazón tan cándido después de años de experiencia.

Después de mucho hablar, extendió su mano con un sobre cuidadosamente sellado. Lo abrí estrepitosamente y con afán, más que nada para lucirme.

. . .

—"Otra vez estoy muy decepcionado de mi, organismo malviviente"— dijo el enclenque chico cuando le dieron los resultados del examen médico.

Ser uno mismo

Las personas no son los logros académicos que obtengan, no se representan por el dinero o la cantidad de bienes, ni por los viajes o lugares que frecuenten, ni por el reconocimiento positivo o negativo de los demás. No voy a desestimar el valor del dinero y/o los éxitos profesionales, que si bien son necesarios para sobrevivir en la sociedad capitalista que nos tocó, no debería ser la finalidad de nuestra vida.

Desde que tenemos 5 años nuestros padres nos llevan a las instituciones para que nos enseñen que para ser 'alguien' en el mundo es necesario estudiar, esforzarse y ganar un cartón que asegure el futuro. Durante mucho tiempo había estado de acuerdo con eso, sin embargo, últimamente me he preguntado ¿acaso nuestro vacío como sociedad es tan grande que desde que nacemos no podemos ser considerados 'alguien'?

He observado detalladamente el mundo académico en el que me desenvuelvo, y me empieza a enfermar que cada vez que alguien pregunta ¿Qué hay de tu vida? El interlocutor empieza a hacer un recuento de los artículo y proyectos que tiene en marcha, alguna que otra cosa relacionada con el trabajo o las noticias del país, viajes realizados o algo vano sobre la familia... pero nadie responde algo del Ser. Y si esos son los adultos ¿qué se deja para los adolescentes? No me extraña que la mayoría de la gente se sienta disconforme en otros aspectos más íntimos que atañen a la humanidad. Lo más triste es que este tipo de situaciones se trasladan fácilmente a otros ambientes cotidianos, si no me cree, haga el ejercicio de preguntarle a cuanta persona se encuentre ¿Cómo te sientes hoy? Y la mayoría pondrán cara de 'que carajos respondo (!)', por ejemplo.

Ayer alguien muy allegado me preguntó (casi a modo de reclamo) que si qué pensaba yo de la vida o cuál iba a ser mi futuro, le contesté en burla que no tenía la respuesta clara dado de que no conozco bien a esa señora (la vida) y tampoco tengo un DeLorean. Pero siendo sinceros me da un poco de pavor realizar mis planes en base a los logros y satisfacciones otorgados por lo material y el reconocimiento de la sociedad. Recuerdo que la única persona que conocí, que cumplió todos los planes sobre su vida los cuales había trazado en mi agenda, tenía la mirada más melancólica y solitaria que haya podido presenciar. Espero que con el pasar del tiempo ya le haya cambiado.

Ahora estoy sentada en la sala de mi casa mientras tomo aguapanela con limón, y veo como el sol invade rápidamente mi hogar hasta que el calor se hace cada vez más insoportable. Pienso en el Yo, en la vida, en el Ser, y en el Tener... Pienso en lo afortunada que soy por poder disfrutar de esta aguapanela refrescante, una simple aguapanela que tiene detrás todo un proceso de producción capitalista de la panela, la potabilización del agua, y la recolección y transporte de limones, para que yo la pueda consumir en mi hogar mientras pienso en lo afortunada que soy por disfrutarla. Me juzgo como conformista o inconformista, cruel o realista de acuerdo a todos los puntos de vista que pretendo adoptar. Tengo la certeza de que más de uno está absorto en estos mismos pensamientos mientras viven en otros lugares del mundo, o quizás en otras épocas, me imagino a alguien tomando sake, viajando en un avión privado, jugando en la computadora del trabajo, o limpiando parabrisas en un semáforo… ¿por qué no? No obstante, siento que no he profundizado todo lo que podía o debía acerca del tema, incluso siento que he perdido la idea central. Sin conclusiones reveladoras ni controversiales sobre el tema, por aquello del subjetivismo que lo ancla en cada mente, me quedaré con aquello que Virginia Woolf dijo en una hermosa tarde de otoño con mejores palabras que las mías: "No es necesario apresurarse. No es necesario brillar. No es necesario ser nadie más que uno mismo".

Volviendo al principio

[Red Hot Chili Peppers fue el primer grupo de rock que me llamó la atención, y aunque la primera canción que escuché de ellos fue Californication, fue esta canción la que me sedujo por completo: I could have lied]

Confieso que nunca me ha gustado el Chavo del 8, porque sus personajes me resultan irritantes, hipócritas, injustos, ilógicos, marrulleros y envidiosos (a excepción de Don Ramón, al que le tenía consideración por la cantidad de injusticias con las que lidiaba), porque no toleraba sus escenarios demasiado cerrados con esa luz tenue-claustrofóbica, y sus historias cíclicas y desesperantes... todo como si fuese un pequeño infierno aquí en la tierra.

Infierno el que pasan los colombianos que piden justicia y no se les da. En este infierno no existe el sentido común pero si los abogados: si usted tiene uno bastante hábil y con influencias no lo deje escapar, ese podría ser la única opción que tenga para sentirse medianamente seguro en cualquier caso (sea la víctima o el victimario).

A este paso, empieza a parecer imposible solucionar los tantos problemas del país, del mundo. Uno ni sabe por dónde comenzar. Ya lo decía Sartre: "El infierno son los otros", es lo otro, es el todo, es uno mismo ¿por qué? Porque por más que queramos y aparentemos, no conocemos el mundo, no lo asimilamos y no entendemos cómo funciona. No entendemos cómo piensan los demás, a duras penas se entiende uno mismo... Va uno viviendo con miedo: se levanta con miedo, come con miedo, folla con miedo, camina con miedo, duerme con miedo, un miedo absurdo y casi imperceptible a lo desconocido, pero que se manifiesta con nuestra intolerancia de todos los días, con el solo hecho de burlarse del otro y llamarlo estúpido solo por no compartir el mismo punto de vista, por ejemplo. 

¿Y con ese mismo miedo nos indignamos en las redes sociales pidiendo la justicia o equidad que no otorgamos?

Toca volver al principio, volver la vista hacía uno mismo, autoevaluarse y dejar de vivir como si se estuviera en la vecindad del Chavo y uno fuera el infierno de la otra persona, empezar a ver a los otros como 'iguales', y tal vez así podríamos ir a Acapulco. 

Tú que me lees ¿Ahora entiendes?